lunes, 13 de octubre de 2014

TRADICIONES ANCESTRALES

Dentro del conjunto de manifestaciones culturales, destacan las que tienen que ver con las celebraciones enmarcadas en lo que se conoce comúnmente como “Noche de Muertos” y que en Michoacán y particularmente en las comunidades indígenas purépechas, resultan de particular trascendencia por ser una de las expresiones rituales con profunda significación, más allá de su singular vistosidad.
 
El 1° y 2 de noviembre de cada año, los panteones y casas donde se hace “la espera” se cubren con flores de cempasúchil, velas, fruta, pan, incienso. Altares y tumbas se adornan profusamente, se prepara y comparte comida y bebida, se lleva ofrenda, se reza, hay ambiente festivo y al mismo tiempo se percibe profundo sentido comunitario y orden ceremonial. Se conoce como animeecheri kúinchekua: fiesta de las ánimas. Pero no se debe confundir con las celebraciones que tienen lugar en las comunidades indígenas, para quienes el sentido de esta fiesta dista mucho de ser sólo diversión. Para los purépechas, pueblo indígena, conocido por su particular manera de realizar esta celebración, los motivan convicciones profundas que tiene que ver con la manera particular de concebir la vida misma en todas sus dimensiones.
 
La fiesta de ánimas en principio es una ceremonia ritual y cada actividad cumple un papel importante. Cada comunidad según su propia experiencia, a través de la costumbre, determina las maneras particulares en que ha de realizar su celebración de tal suerte que se pueden conocer tantas variantes como comunidades purépechas existen siempre y cuando exista la sensibilidad para conocer al menos una parte de la compleja celebración de vida y la muerte en Michoacán.

 

Animeecheri k’uinchekua/ la fiesta de las ánimas

 
La fiesta desde lo purépecha, es una oportunidad de vivir un tiempo extraordinario donde lo cotidiano se deja a un lado. En tal sentido Animeecheri k’uinchekua cumple con este principio, pero es fiesta ritual, donde cada persona y elemento que interviene cumple un papel específico para hacer que la ocasión tenga ese sentido alegre y a la vez solemne.
 
Se purifican espacios, se llevan ofrendas. Suele decirse que se festeja a la muerte, nada más alejado de la realidad, al menos para los purépechas no es así, la razón de hacer fiesta no es la muerte, sino la vida continuada la “otra vida”. Este “encuentro” entre los que ya no están pero regresan un día al año a convivir con su familia, en su pueblo, en su casa, es el punto central del elaborado ceremonial, es por ello que se comparte la alegría con los parientes y se reúne la familia toda a comer junto al que “regresa”. La muerte entonces tiene sentido en cuanto deja de ser tal y toma forma del abuelo, la mamá, el hermano, la hija, el pariente que tienen nombre propio y que aunque muerto físicamente, vive en ese otro mundo desde donde gracias al ritual, puede comunicar vida a su familia y a su pueblo.

 

El antes y el ahora

 
Según las fuentes, en la antigüedad, para el mundo purépecha, todo estaba determinado por la voluntad de su deidad Curicaveri, por él, fue credo el hombre y la naturaleza. Quien moría en combate y otras acciones dignas, podía reunirse con él y otros dioses en la auanda, el cielo purépecha o el uarhicho, el lugar a donde van a “vivir” los que mueren. El hombre, se sabe, convivía en armonía con la naturaleza, realizaba la voluntad de los dioses y platicaba con los abuelos y parientes que residían en la otra vida. No está por demás decir que para las comunidades indígenas esta festividad rebasa con mucho el rango de estos dos días, pues tanto en su preparación como en la realización de la fiesta propiamente dicha, la medida del tiempo es otra, sin embargo se acata la disposición que señalan los nuevos calendarios.
 
Para el mundo indígena y para el purépecha en particular, el mito forma parte esencial del conjunto de argumentos explicativos que posibilitan la comprensión del pasado, del presente y del mundo mismo. Gracias al mito, el hombre se explica el por qué de sus ritos y puede entonces dar voz a los símbolos. Lo común es que se haga fiesta grande a quienes fallecieron en el año inmediato. En la casa donde se va a “esperar” a alguien, se prepara con anticipación lo necesario para la ocasión, siendo u puno fundamental la comida ya que esta será suficientemente abundante para ofrece a todo el que llegue o ofrendar, es usual entre otros el pozole y los tamales de carne, como platillos principales.
 
Desde la noche del día 31 de octubre, empiezan a regresar los angelitos, es decir, las ánimas de las niñas y niños, aunque también se considera angelitos, quienes fallecieron sin haber contraído matrimonio. A la media noche del día 1° de noviembre, dejan de llegar los angelitos y es el turno de las ánimas de los mayores, a ellos se les espera hasta la media noche del día dos.
 
Aparentemente la ofrenda no es más que un recipiente con chayótes, plátanos, guayabas, nísperos, mazorcas, velas, pan, cubiertas con una servilleta que las personas llevan, ya sea al panteón para colocarlo en la tumba del ánima que esperan o en el altar que se ha dispuesto en una casa con el mismo fin. Sin embargo y en tanto que entran en juego valores y especificidades que la cultura indígena aporta, no es fácil para el visitante común entender que un chayóte, una mazorca, una flor, un cigarro, tengan tal valor que merezcan ser ofrecido en una fiesta de tan particular relevancia. Hay que entender, abonando a la pluriculturalidad, que existen culturas que asignan un valor especial a aquello que sembraron, cultivaron, cuidaron y como resultado de de ese esfuerzo, la naturaleza corresponde con frutos y productos que entones sí, son dignos de ser ofrecidos, esa es la ofrenda de ánimas, algo que no solo vale por lo que es en sí mismo, sino por el valor que se les representa, tanto para el que ofrece como para el que recibe. Y en este caso particular se ofrecen particularmente alimentos que son sustento de vivos, de dioses y de ánimas.
 
La elaboración del altar sus dimensiones y complejidad es tan variada como el gusto de lo parientes a quienes corresponde su elaboración consideren, también se toma en cuenta si es el primer año o si ya es un altar pequeño y sin fiesta, sólo para seguir ofrendando a las animas de familia.
 
 

  • 2 comentarios:

    1. Que tal Farith muy acorde ahora a las proximas fiestas tradicionales como lo es el día de muertos y que mejor en Janitzio, Patzcuaro y alrededores. Es un impacto a nivel nacional en estas fechas en nuestro estado de Michoacán. Que te encuentres muy bien

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    2. Hay que instituir la fiesta tradicional de la bebedera veraniega u.u

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